
No había tiempo para siestas, pues su prima enferma desde hacía años la esperaba para una o dos horas de lectura. Su vista no le permitía deleitarse con relatos mágicos. Sólo Aldana podía ayudarla en eso y en muchas otras cosas.
Las tardes la encontraban exhausta. Dolorida por el paso de las horas y el cansancio que le regalaba la rutina. Pero nada era más reconfortante que esperarlo a él. Su marido la amaba, aunque no lo demostraba fácilmente.
El la incitaba a liberarse. Trataba de sumergirla en cosas diferentes. Pero debía hacerlo sola. El no tenía el tiempo para acompañarla. Sólo podía guiarla. Y fue así como la pintura la atrapó. Mimetizada con un lienzo y un pincel empezó a crear. Imaginó mundos inexistentes y los plasmó en la tela.
Fue tal su pasión que ya nadie pudo sacarla de la pequeña habitación. Todo se redujo a sus cuadros, pinceles y colores. Había vuelto a olvidar su vida.
2 comentarios:
Me gusta esta historia circular.
Walden.
Walden cuando una empieza a observar y a escuchar historias nota que hay varias de este tipo.
Gracias por tu comentario.
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