martes, 11 de octubre de 2011

Tras las nubes

De nada servía preguntarse qué hubiera pasado si 25 años atrás hubiera abandonado el barco. Tomó una decisión y se echó a andar. Y anduvo tras largos faldones de seda, en cuanto baile de familia bien se presentara. Cargó la escopeta y apuntó a la nada. Sólo descubrió nubes. Una de ellas era tan esponjosa como el cabello de Elina y tan blanca como su piel. Furioso decidió dispararle. Pero tratar de deshacerla era tan inútil como preguntarse qué hubiera pasado si no abordaba el navío.

Elina ya no tiene el cabello esponjoso. Tampoco la piel suave. Sólo se mece mirando el cielo, imaginando que las nubes son las velas de la embarcación que lo trae de vuelta.