lunes, 7 de octubre de 2013

Esa historia que estoy buscando

Escribir sobre las cosas dolorosas o tristes a algunos nos puede resultar más sencillo. Se transforma en una especie de catarsis que nos permite despojarnos de lo que nos hace mal o nos molesta. Cuántas historias plasmadas en libros, libretos, relatos, cuentos, nacen desde el dolor. 
Y si no piensen en cuántas recomendaciones sobre el levantarse y volver a intentarlo leemos a diario. Cuántos consejos sobre lo que debemos hacer o no para salir adelante. Y nada o muy poco sobre la felicidad. 
Y encontrar historias felices viene resultando difícil. Algunas lo parecen. Pero cuando se empieza a ahondar, en algún punto, cambian de rumbo. Entonces pensaba si son así realmente estas historias o son las que he estado buscando. Las que han puesto palos en la rueda de esos relatos de mujeres fuertes, guerreras, que aunque abatidas, agotadas y derrotadas se transformaban en mi inspiración. 
Planteo difícil si se trata de transmitir algo que nos deje pensando. Entonces ahí aparece mi indicador de lecturas diciendo que he abandonado mi blog. Y vuelvo a pensar por unos días. Y resuelvo que no será así. Que siempre habrá una mujer con algo para transmitir.
¿Qué está pasando entonces? Mi historia es la que ha estado cambiando. Y he vuelto a encontrar la felicidad en los pequeños instantes o en los inmensos. He visto miradas cómplices que irradian ternura. Pero también he escuchado lo que no esperaba o lo que no quería. Y he hablado en vez de callar y he recibido las respuestas. He crecido y me he levantado tras las caídas. He entendido a la naturaleza. He pintado. He bailado. He corrido. He llorado. He reído. He decidido.
En medio de tanto, la vida me ha vuelto a enseñar. Y, también, me ha mostrado cómo los viejos temores no siempre se van. Simplemente están dormidos. 
Cuando era niña solía sentirme aislada en algunas oportunidades. El sentido de no pertenencia me resultaba incómodo. Y a quién no, me pregunto. Con el tiempo fui entendiendo que cada cual tiene su personalidad y si no se encaja aquí se encaja allá. Y si no, se sigue viviendo.
Pero en los últimos tiempos, algunos sucesos me revolvieron los recuerdos. Y la sensación de estar fuera me dio un sacudón profundo. Y la tarea de resolver reapareció. De volver a empezar, limpiándose la tierra del porrazo para seguir caminando. Y así ha venido sucediendo. 
El punto es que hoy en día, ya no tengo ganas de meter la cabeza en al tierra como el avestruz. Entonces, aunque los tropezones suelen ser más grandes, ya existen algunas herramientas para no llegar hasta el piso, ya se sabe que se puede poner las manos por delante o tomarse de algo. Ya se entiende que no es lo mismo a los 7 que los 44, aunque se sienta parecido.
Y con mi historia y mi presente y mis temores irán volviendo las otras historias. Despacio. Paso a paso. Encajando entre la felicidad y la dificultad, tal como venía ocurriendo a través de los años.
Entonces está decidido: las historias de mujeres seguirán llegando. El blog de vez en cuando está dormido. Sólo eso.

Las historias siempre están.

He tenido muchas, o muchísimas historias reales para escribir. Sin embargo las he guardado. Algunas por auto censura, otras por no poner sobre la mesa temas que no tenía ganas de tratar. Pero en algún momento los dedos vuelven a posarse sobre el teclado y las palabras surgen a borbotones. Este blog fue mutando año tras año. Fue creciendo. Se fue enriqueciendo con ustedes y gracias a ustedes también. Por ello no lo he cerrado ni lo haré. Aunque sean pocas los relatos siempre estarán. Gracias a quienes se siguen sumando en face.