sábado, 14 de mayo de 2011

Pertenecer

Porque venía sintiéndose furiosa, había decidido ocupar su tiempo, o mejor dicho su mente, en otras cosas. Nada debía importarle a ella lo que insinuaran, pensaran, afirmaran o sentenciaran sobre los demás o incluso sobre ella misma. Sin embargo se involucraba. Y se sentía afectada. Extenuada.
Y si bien comenzó a cumplir con las pequeñas metas que se fijaba, no lograba relajar sus hombros. No podía acomodarse. No encontraba el lugar exacto en el que la tranquilidad durara más de un par de horas. Entonces notó que necesitaba involucrarse en lo que insinuaban, pensaban, afirmaban o sentenciaban los demás.