viernes, 3 de julio de 2009

El fútbol, pasión inentendible

La gripe A trajo el temor, la desidia, la desesperación. Mucho. Las madres nos preocupamos por los hijos, los maridos, los padres, los hermanos, las cuñadas. La parentela completa. En Buenos Aires, Carolina diluye lavandina en agua, mientras escucha en un canal de noticias: "hubo largas colas para la venta de entradas para ver al...". Gira su cabeza y ve a un grupo de hombres desenfrenados, gritando por el equipo de sus sueños. Los piensa inadaptados. Irresponsables. Descolgados, aunque colgados de una valla. No lo entiende.
Su esposo abre la puerta de casa. Arroja sus cosas sobre un sofá y comienza a hurgar entre sus bolsillos. Revisa la billetera. Encuentra. Allí estaba la entrada. La besa y mira hacia arriba con un gesto de pedido de ayuda al más allá. La popular lo espera. Carolina, no puede hacer nada.

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