viernes, 10 de julio de 2009

Mi marido el albañil

Este es un relato que me envió Beatriz a través de los comentarios y me pidió compartirlo.
"Cuando empecé la universidad, decidida a estudiar arquitectura, todo me resultó muy difícil, porque no tenía los medios económicos para hacerlo. Sin embargo, con dos trabajos y poco tiempo para lo que la carrera demandaba, seguí adelante.
"Con el tiempo hice amigas. Y una tarde, comenzamos a hablar de nuestros novios. La mayoría de las chicas del grupo hacía alarde de sus conquistas y de sus pertenencias. Estaban de novias con futuros abogados, ingenieros y hasta buenos herederos. Yo estaba sola. Sentía que ellas eran distintas. O mejor dicho yo era diferente a ellas. No usábamos la misma ropa, ni vivíamos en barrios similares.
"Me puse de novia un día y al mencionarlo me atormentaron a preguntas. Cómo sentí que sería juzgada de alguna u otra manera, anuncié que él se dedicaba a la construcción, sin dar demasiados detalles. Pero a medida que mi noviazgo avanzaba y el tiempo pasaba, ya no podía ocultar más su oficio. Era albañil.
"Había un casamiento en puerta, y mis compañeras consideraban que él era poca cosa para mí. Obviamente, enamorada, me casé. Nos recibimos y cada una siguió su vida. Hasta que llegó el tiempo del reencuentro.
"En esas típicas reuniones de ex alumnos, yo llegué con unos cuantos kilos de más y la noticia de que tenía tres hermosos niños, todos con el mismo marido, el albañil, que ahora ya había subido algunos peldaños y cambiado de jerarquía.
"No sé si las sorprendí, pero sí me sentí distinta cuando escuché que el 30 por ciento de ellas estaba sola. Algunas por divorcios, otras porque esos futuros que veían en sus buenos candidatos se habían diluido. Y una vez más yo era diferente a ellas. Pero nunca había dudado de lo que quería".

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