viernes, 17 de julio de 2009

La soledad abandonada

“No tengo suerte. Siempre me pasa lo mismo. Estoy cansada de que desaparezcan”. Soledad repetía estas frases cada vez que decía la habían abandonado. Hasta pensaba que su nombre tenía algo que ver con su destino.
Así cada vez que rompía una relación tenía dos formas de reaccionar. Una de ellas era transformarse en la víctima indiscutida de la situación. Y otra, salir en busca de aires nuevos.
Pero en ambas, volvía a enroscarse en el significado de su nombre. Y nuevamente se encontraba abandonada.
Ella no podía entender porqué la dejaban. Todo marchaba bien, hasta que los llamados se cortaban. Los encuentros se alejaban. Y las palabras no llegaban. Soledad se sentía tan sola que desesperaba. Y junto con esa sensación asfixiaba, acorralaba y disgustaba.
El día que decidió darse por vencida, cambió de idea. Hurgó en sus recuerdos, en sus sueños, en sus miedos. Y, justo allí, encontró la respuesta a su pregunta. Quería estar sola y a veces acompañada.

1 comentario:

Silvana dijo...

Hoy por hoy somos muchas las que queremos estar así, y entre más pasan los años es peor, porque ya te acostumbraste a vivir de ese modo.