viernes, 19 de junio de 2009

Entre la mentira y la verdad III (La familia)

Tal vez actualmente no suceda tanto. O sí. Pero antes, cuando algo que no iba con las normas sociales ocurría en una familia se ocultaba como fuera. Se inventaban historias. Se transformaban otras. Las verdades se llevaban a la tumba. Esto hubiera sucedido en la familia de Marcela de no haberse presentado el tan inoportuno imprevisto.
Estaba cursando el colegio secundario, cuando sus padres tuvieron que mudarse por trabajo. Nueva ciudad. Nuevo barrio. Nuevo colegio. Nuevas caras.
El primer día que asistió a clases, escuchó su apellido mientras la preceptora tomaba lista. Alzó la mano y dijo presente. Pero al mismo tiempo hacía lo mismo otra chica.
La buscó con la mirada y no pudo creer lo que veía. Era tan parecida a ella que llegó a temblar de asombro. Parecían, al menos, mellizas.
El parecido físico las acercó. Luego ayudaron en esa unión los mismos gustos. Hasta que un día, Marcela invitó a su casa a Elena. Sentadas en el living, muertas de risa por nada y con complicidades adolescentes hablaban de sus vidas.
Hasta que llegó el silencio. Fue en el preciso momento en que al ver que un hombre entraba en la casa, ambas dijeron: “hola papá”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay cientos de casos de este tipo. Creo que no hay que ocultar la verdad. Eso siempre alguien lo termina lamentando.

Anónimo dijo...

Una vecina de ni abuela me dijo que mi madre había tenido otro hijo, al que había dado en adopción antes que yo naciera. Le pregunté mil veces por eso y murió sin decirme nada.