viernes, 19 de junio de 2009

Entre la mentira y la verdad II (En el hotel)

Esta historia me la contó uno de los protagonistas. Dice que pasó hace años. Pero que cada vez que la recuerda siente que fue el golpe más fuerte de su vida afectiva.
Unos días antes de casarse, Miriam le había pedido a su novio que dejaran armado el departamento en el que iban a vivir. Así sería más sencillo instalarse al regresar de la luna de miel.
Estuvieron todo un fin de semana terminando de dar las últimas pinceladas en las paredes del baño, fregando pisos y sacando polvo. Hasta que por fin todo quedó listo para poner los muebles. Pero Marcelo, el novio, estaba tan agotado que propuso descansar hasta el día siguiente.
Pero Marcelo... tenía prevista una de sus tantas despedidas de soltero. Esta vez con una compañera de trabajo.
No perdió tiempo. Llegó a su casa, se dio una ducha, se arregló, subió a su Peugeot 206 e inició un viaje con parada a pocas cuadras y destino final en un hotel alojamiento.
Un tiempo después había que volver a casa. Pero Marcelo se encontró con una sorpresa: el auto no arrancaba. Levantó el capot. Dio vueltas. Vio a su amante ocasional nerviosa, cuando sintió que otro auto arrancaba. Entre tímido y curioso se asomó, pensando que podría recibir ayuda de algún que otro pirata.
-Flaco, disculpá, se me quedó el auto, no me das una mano, no quiero hacer demasiado despelote acá...
-Uy, pará quizás sea la batería, tengo unos cables...
Mientras Marcelo se acercaba hasta el auto de su posible salvador sus ojos se desorbitaban, su rostro se desfiguraba... Y el Flaco decía:
-Pará no te preocupes, algo vamos a hacer. ¡Che Miriam bajate un ratito y tranquilizá a la novia del pibe mientras lo ayudamos a salir de esta!

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