viernes, 19 de junio de 2009

Entre la mentira y la verdad

Sandra llevaba tres años de novia. Llevaba el anillo dorado en su dedo. En el cuarto vacío de la antigua casa con galería habían guardado con Ernesto la heladera, el televisor, el lavarropas y el microondas que habían ido comprando de a poco para equipar la quería su casa.
Un lunes por la mañana, cuando se reunió con sus amigas de Facultad para estudiar, ellas le dijeron tenemos que hablar. La forma en que se lo anunciaban ya dejaba la sospecha de que se trataba de algo grave. Y sin muchos rodeos le dieron la noticia. “Lo vimos a Ernesto anoche con una mina en un boliche de Chacras”.
Sandra recordó rápidamente que él se había ido temprano a su casa diciendo se sentía muy descompuesto. Para sorpresa de sus amigas ella no reaccionó como esperaban. Sin rodeos, abrió su carpeta de apuntes y empezó a analizar el texto como si nada le importara más que sacarse de encima el peso de Derecho Penal.
Esa mismo día se juntó con su novio. El iba convencido de que sería el último encuentro. Pues había visto como las amigas de Sandra lo descubrían en pleno engaño. Además sabía la tormenta de furia a la que se enfrentaría.
Llegó nervioso. Le sudaban las manos. Al fin y al cabo la quería. Pero no podía resistir las tentaciones. Ella le abrió la puerta. No lo dejó entrar. Ese era el pie para la explicación.
-Amor, lo siento. No sé qué me pasó. Se dio...
-No digas nada más
-Sandra por favor dejame explicar
-Ernesto no estoy enojada
-¿No?
-No querido. Cuando decidiste irte a casa porque estabas descompuesto llamó Daniel. No pude resistir la tentación. Salí con él. Tomamos algo. Nos besamos y...
-¿Y qué? ¡Decime!-Y... hoy las chicas me dieron la mejor noticia del día.

No hay comentarios: