viernes, 30 de octubre de 2009

Víctima en el andén

Lety elige una fecha para visitar a su madre en la Capital. Pide una licencia laboral. Sabe que será difícil que Augusto, su esposo, la acompañe. Sin embargo, le consulta. Segura de que él no podrá, saca un pasaje para un lunes a primera hora, así alcanza a despedirla en la terminal de ómnibus antes de ir al trabajo.
Así sucede. Lety apoya la mano en el vidrio del colectivo y espera que su marido haga los mismo del otro lado. Le arroja un beso y parte.
Una hora más tarde, llega la primera parada. Lety baja con su pequeño bolso de mano y una mochila. Enciende un cigarrillo. Lee los titulares de los diarios en el quiosco de revistas. Mira el reloj. Le quedan unos minutos para ir al baño.
De regreso al andén, el coche ya esta en marcha. Los pasajeros suben. Y ella llega justo para encontrarse con Esteban, que ansioso la busca entre la gente. “Se hace tarde -dice mientras se pone en puntas de pie para besarlo-. El viaje es largo y el tiempo es poco. Mi madre me espera al atardecer”.

3 comentarios:

Walden dijo...

Muy bueno, Gabriela. Qué socorrida son las madres. Estupendo retrato.
Un abrazo.

fher dijo...

Y bueno, cuando en casa no se encuentra lo que se desea inevitablemente surgen estos viajes breves que no se nos borran nunca más en la vida.

Besos

eltramonta dijo...

Me quedé pensando en "viaje largo, tiempo poco". Será una cuestión de género masculino el desear que una mujer como Lety se siente a nuestro lado, independientemente de la longitud del viaje?. Y que cuando una Lety, una entre miles de asientos no deseados sentadas a nuestro lado lo hace, recién entonces pensamos que eltiempo será poco?
Espero seguir en estos viajes desde mis ojos y tu pluma