lunes, 19 de octubre de 2009

Nacimientos

Hubo un tiempo en el que había perdido el sentido del humor. Lo encontró en un caja en el desván. Contenía fotos que la mostraban desde bebé hasta la adolescencia. El primer recuerdo la abordó como un soplido del subconsciente. Ahí comenzaba la historia.
Forrada en papel rosa con muñequitas de frondosos vestidos y mejillas ruborizadas, esa caja no había sido pensada para ella. Como tampoco la ropa que prolijamente acomodada había llevado dentro.
Antes de nacer ya tenía nombre y era de varón. La batita que le pondrían cuando saliera del vientre de su madre era celeste. Entonces, cuando la luz roja indicó el nacimiento, nadie corrió hacia la puerta de la sala de parto.
Mientras el médico sostenía a una niña que había forcejeado contra un cordón umbilical que la apresaba tan fuerte como podía, en la habitación contigua un grito desgarrador le daba la bienvenida al pequeño dueño de la caja rosada, con batas bordadas en carmín y escarpines rosas. Lo llamaron Adrián.
La decisión más rápida fue intercambiar las cajas. Y por eso ella tenía la de las muñecas rozagantes. Para todos, no fue más que una anécdota. Para ella fue una marca.
Le dieron el nombre que le hubiese gustado tener. Le dieron todo. Pero algo le faltaba. Y buscando el humor que había perdido, entendió que había dejado atrás a la mujer que no esperaban.
Había pasado gran parte de su vida tratando de ser lo que no fue. Se esforzó con rudeza por obtener los puestos más altos. Se arremangó camisas como cualquiera de sus colegas varones. Trabajó hasta altas horas de la noche sin más objetivos. La competencia hombre a hombre la desgastaba, pues ella era una mujer. Cuando tuvo la caja en sus manos lo recordó. Rió a carcajadas. Se sacudió el polvo guardado durante años. Se pintó los labios de rubí. Alisó su pelo. Y volvió a reír.

2 comentarios:

Katy dijo...

Hola Gabriela a decir verdad la historia podría ser real, igual hasta lo es. Cuantos niños, niñas no esperados... Aún hoy en día. "Yo quería que fuera niño", o viceversa y a cargar con el estigma toda tu vida a menos que desarrolles una alta autoestima como la de tu protagonista. Buen post.
Un abrazo

fher dijo...

La mujer siempre está más allá de todo, no necesita luchar hombre a hombre. ¿Para qué desgastarse cuando es la dueña de la vida (literalmente)?
Es bueno que se haya dado cuenta de eso, espero encontrarla por la calle.

Besos