jueves, 13 de agosto de 2009

La felicidad en zapatillas

Durante años pensé tener la felicidad subida a un par de zapatos con tacos. Las manos mejor cuidadas. Las uñas, largas, impecables, los rulos desenfadados de brillo por los reflejos dorados. Nunca una imperfección que tirara abajo mi mundo perfecto. Ni una arruga en la ropa. Menos aún salir a la calle, aunque fuera hasta el quiosco, sin maquillaje.
Que equivocada estaba. Hoy en día, mis uñas se quiebran. Las canas comienzan a aparecer. Las ojeras se marcan y, sin cubrirlas, muestran la falta de horas de sueño; pero ya no por las reuniones sociales, sino por responsabilidades maternas. La ropa se arruga de tanto jugar con mi hijo pequeño. Y hasta se llena de pelos por pasear con mi mascota.
Antes corría con tacones. Quién sabe en busca de qué meta. Hoy es el turno de las zapatillas, sin desesperarme por subir un peldaño más. Sin tratar de encontrar respuestas, me llevan, simplemente, a pequeños y grandes momentos de felicidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gabriela: cual es la fórmula para llegar a esos momentos de felicidad? Cómo pueden sentirse si estamos en un país de mierdaaaaaaaaaaaa, con sueldos de mierdaaaaaaaaaaa y con cientos de problemas?

Gabriela Moreno dijo...

Estimado/a anónimo/a: no lo sé. Tal vez cada una debe buscar su propia fórmula. Si tuviera la respuesta a tu pregunta, seguro la vida sería más fácil. Sólo puedo compartir una experiencia y decirte que para llegar a detectar esos momentos ha pasado mucha agua por debajo del puente. Saludos.