viernes, 7 de agosto de 2009

El niño en sus ojos

Dicen que todos tenemos un niño en nuestro interior. Algunas personas lo dejan salir de forma extrovertida. Juegos. Carcajadas. Exaltación ante descubrimientos sorprendentes. Otros tratan de ocultarlo. Creen que dejarlo aparecer derribará todo el esquema construido durante años. Ese que les permite vivir en un tiempo y espacio que nada modifica. Que, cual pared invisible, no genera desconcierto ni temores.
Y ella encontró ese niño en el hombre. Ese que a través de sus ojos quería escaparse. Un pequeño que se asomaba en la mirada y luchaba por salir de su escondite.
Ella trató de recuperarlo. Pero se hizo difícil.
Sin embargo, cada vez que lo percibe, extiende su índice para señalarlo. “Ahí está. Lo estoy viendo”, dice. Pero el hombre no puede verlo. O no quiere.
Ella sospecha que, algunas veces, él lo invoca. Lo disfruta. Lo libera o lo silencia. Pero no lo deja ser. Sin embargo, cada vez que esto sucede, en silencio surge en ella la niña de sus ojos.

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