sábado, 1 de agosto de 2009

Alteradas que alteran

Hoy era el día que me quedaba para conseguir los elementos necesarios para la clase de educación física de mi hijo, y para una que otra compra antes del comienzo de semana. Entonces, nos repartimos al nene, un rato con el papá y otro con la mamá. Después de tantos cuidados por la gripe A no daba para meterlo en el loquero en que se ha transformado el centro con las inevitables compras del día del niño.
Ya caminar entre los puestos de ventas callejera era todo un desafío. Y había que conseguir la vieja y querida pelota de goma, marrón con rayas blancas. Y el pedazo de tela para la bolsita rellena.
Pensaba que ya no habría pelotas de ese estilo. Si yo las usaba cuando iba a la primara. Pero, que suerte, ahí estaba en la vidriera de una importadora. Y empezó la operación "cómo hago para que la vendedora me de bola o pelota en este caso".
Madres rodeadas de niños gritones. Nada de atender por número. Menos aún por orden de llegada. Metete si podés y pedí parecía ser la consigna. "Tres muñecas con sonido, cuatro autos transformers, cinco pelotas de basquet, 20 pulseras mágicas, etc, etc, etc," era la compra de la señora que acaparaba el mostrador. Al fin terminó, ahora encaro me dije. Con dos niños tirando de sus pantalones y una en brazos se me coló. "Quiero el castillito de la princesa...Pero quiero que me lo pruebe y que le ponga la pilas". La vendedora se tomó su tiempo, desarmó y armó cinco castillitos de la princesa no sé cuánto. Hasta que se empezó a desesperar. "Me vas a hacer armar y desarmar todo. Te lo vas a llevar o no. Mirá que ya estoy cansada" A bueno, me dije para mis adentros, ¡si estás para eso nena!
Al fin me tocaba a mí. O eso creía. La empleada desocupada se fue a fumar un pucho afuera. Y bueno, necesitaría su descanso. Media hora más tarde, me lancé sobre el mostrador y dije:
-Quiero una pelota de goma de las clásicas a rayas.
-¿Cuál? No tengo.
-Sí, tenés cinco en la vidriera, de todos los tamaños.
-A ver. ¿De que tamaño quiere?
-La grande
-No la encuentro
-Bueno, la mediana.
-La vas a llevar o no, porque no voy a ir a buscarte una mediana si no la vas a querer después.
Y siendo lo más educada posible le dije que sí la iba a llevar. No había esperado media hora rodeada de niños inquietos y madres alteradas para irme con las manos vacías. Pero en mis pensamientos aparecía la frase: "¡pero claro que la voy a llevar 'elotuda' o te pensás que me aguanto todo esto por gusto!
Al fin la había comprado. Salí feliz por haberle conseguido a mi hijo su elemento para gimnasia y más aún recordando que eso formaba parte de mi infancia.
Entonces paré en un quiosco a comprarle un alfajor.
-Me das un Tatin.
-¿Cuál, blanco o negro?
-Blanco.
-No tengo.
-¡Entonces dame negro! ¿Cuánto sale?
-75 centavos.
-Tomá te pago con dos pesos.
-Ah no ese billete no lo quiero, está muy gastado, como si lo hubieran lavado.
-Entonces te pago con 20 pesos.
-No tengo cambio.
-Entonces...
Entonces no pude decirle la frase que estaba en mi mente. Algo así como "por qué no te vas un cachito a la cima del Aconcagua y te lees la constitución de la madre Patria de punta a punta".
Mientras buscaba salir del loquero, una señora me decía "Deme una moneda por favor". No tenía más años que yo, pero seguro no conseguía trabajo.
Tan alterada como las otras alteradas le dije:
-Disculpe, no tengo, perdóneme.
-Sí que tenés, te vi en el quiosco con un montón...
Saqué el maldito billete gastado, revolví en el monedero y encontré 25 centavos, se los puse en la mano y huí como como la gatita del zorrino, como el correcaminos del coyote. Harta y alterada como todas las que me crucé en una mañana de furia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Negra bienvenida a Mendoza, se te acabo la paz del mar y las ballenas, ja,ja,ja

Mary dijo...

Y esta vez fue por una pelota, mirá cuando te empiecen a pedir el librito este o los colores aquellos, sos una más del club de mujeres desesperadas!

Anónimo dijo...

Negra vo´lvé a los medios hacen falta mujeres directas como vos y sinceras!