lunes, 18 de mayo de 2009

¡Te dije que un piercing no!

La madre perdía el sueño y el control ante la petición de su hija:
-Ma, quiero hacerme un piercing
-No
-¿Por qué no?
-Porque lo digo yo. Y es mi última palabra.
Obviamente no fue la última palabra. Hubo horas enteras de palabras. Discusiones. Berrinches.
-Papá dice que sí
-Pero yo soy tu madre y digo que no. Y no se habla más del tema.
Obviamente se habló mucho más del tema. Hubo días y noches de peleas. Hubo llanto. Hubo golpes de puertas. Y más berrinches, por parte de ambas. Y el padre seguía diciendo que sí.
La madre explicaba que no soportaba la idea de ver a su hija llena de aros por todo el cuerpo. Primero sería la nariz, después las cejas, después el ombligo, etc, etc, etc.
Finalmente la nena ganó la batalla y se hizo el ansiado piercing. La madre sigue estando en desacuerdo, aunque la autorizó porque le ganó por cansancio.
Lo que la progenitora nunca tuvo en cuenta fue que había sido ella misma la que introdujo a su hija en el mundo de las perforaciones. Fue el mismo día que la parió. “Es nena, hay que ponerle los aritos”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me ha encantado esa postura se la dire a mi madre, ja,ja,ja