viernes, 29 de mayo de 2009

La viudez a los veinte y tantos...

Yanina es una mujer dinámica, fuerte, joven, emprendedora, profesional, que aún no llega a los 40. Esta mañana, después que tuvo un encuentro que le refrescó un sentimiento archivado, me envió un mail, que decidimos compartir con vos.
El encuentro hizo que ella volviera hacia atrás con su mente. Hasta llegar a esos días en que la vida la puso frente a la viudez a los veinte y tantos años.
“Pensé –dijo- en todo lo que implica entrar a ‘jugar’ en una categoría destinada a la edad madura, desde rebotar en la ventanilla del Servicio de Pensiones con un: ‘el trámite lo tiene que hacer tu mamá en persona’, hasta soportar que los amigos ‘dolientes’ de tu marido se pongan el traje de ‘consuelo de viuda’, como si una pasara a ser un premio vacante.
“La primera salida a tomar un café con una amiga, llena de temores por la observación social, por el qué dirán. Encontrarte con caras sonrientes que simpatizan con tu disposición para animarte y que al alejarse unos pasos comentan: ‘mirala vos...ja, que rápido se le pasó’.
“Nadie piensa, ni por un minuto, que la viudez es el único estado civil que no se elige, te cae como una bomba y cuando eso ocurre en la etapa de los pañales y las mamaderas de los hijos, el ruido es más fuerte.
”Lo que si parte de una elección personal, es cómo se sigue viviendo al día siguiente y al otro y al otro; cómo nos proyectamos como mujeres y madres, más allá de los encasillamientos, a veces insensibles; cómo se vuelve a construir sobre los cimientos, cuando te cambian el proyecto de un día para otro y aprendemos a recrear recuerdos e historias, para que nuestros hijos no olviden a quién no alcanzaron a conocer. Pero, no con dolor. Con alegría, con respeto, conscientes de que cada capítulo de nuestra historia es causal de quién somos hoy, sin carátulas, sin condicionamientos”.

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