El consultorio pediátrico estaba tan lleno como un colectivo en hora pico. Una madre, acompañada de su esposo, una nena de tres años y un bebé de meses estaba perdiendo el control ante la actitud inquieta de la mayor y el llanto del menor. Mientras le decía a la secretaria: “No doy más. Hace varias noches que no duermo. Entre la teta, los mocos, los llantos, los remedios, los ronquidos...”. El humor de la mujer iba cambiando y la chica detrás del escritorio le aconsejaba relajarse. “Vos porque no tenés hijos. Ya vas a ver lo que te espera. Encima dormís dos horas y te tenés que levantar a las seis de la mañana para atenderlos a todos”. El marido, unos pasos detrás de ella no participaba de la charla. Pero con sus gestos decía mucho.
La secretaria, al verlo, le dijo, "bueno, pero tu mujer es buena”. El respondió: “Sí, las dos horas que duerme".
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