sábado, 16 de mayo de 2009

Sentirse invisible

Me preguntaba si mi compra no ayudaría a pagarle el sueldo a alguna de esas chicas. Había entrado a un negocio de lencería y hurgaba entre los percheros como si estuviera en mi propia casa. Tal vez era la forma que tenían de hacerme sentir cómoda. Me paré a unos metros del mostrador y busqué la mirada de alguna de ellas. Nada. Mientras, dudaba. No sabía si seguir viendo modelos, interrumpirlas o ingresar al súper que estaba en el centro de compras.
Tuve tiempo para pensar en eso y en varias cosas más hasta que intenté hacerme visible con un “necesito”. Recibí un “ya te atienden”. Un rato después lo hicieron, otorgándome quince minutos en el probador, con intervalos de cinco para cada cambio de talle, mientras me asomaba a cada rato para ver si alguna respondía a mi “estás por ahí”. Obtuve lo que quería con sudor, ese que te genera tanto tiempo en un probador de uno por uno. Simplemente tenía que pagar y salir. Al fin y al cabo era la única clienta y no tendría nada que esperar.
Habían tres empleadas. Una me cobraría –supuse- la otra me pondría la ropa en una bolsa y la otra, nada. Sin embargo tuve que esperar, billete en mano, que terminaran de pelearse, debido a que ninguna de ellas estaba dispuesta a limpiar el baño. La escobilla y la lavandina eran mucho más poderosas en ese momento que mi presencia. Pagué malhumorada. Agarré la bolsa y salí pensando que había llegado en un mal momento.
Pero, dos días después, noté que necesitaba algunas cosas para pasar mejor el invierno. Entré a un negocio de la Peatonal Sarmiento y, de repente, la misma sensación de ser invisible. Otra vez la misma situación. Tres vendedoras, una clienta y nada. Volví a mirar en los percheros. Y nada. Esta vez, decidí salir sin pedir, sin esperar, sin probar, sin gastar. Sin nada.Pero volví a hacerme la pregunta inicial ¿mi compra no hubiera ayudado con el sueldo de estas chicas? La próxima vez, aprovecho y compro en alguna ciudad turística.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

sabes que pasa, a veces se les llenan los negocios de pibas que miran todo y no compran nada, entonces cuando vas a comprar no te dan bolilla

Anónimo dijo...

ayyyy que bronca que me da cuando te hacen eso! te hacen sentir nada, y al fin y al cabo ellas son solo empleadas de los negocios

Anónimo dijo...

que cierto que es..la verdad es que molesta tanto cuando no tienen ganas de atender, primero te miran, te rebajan y maquinan la posibilidad de que compres, sino ven esa posibilidad no te atienden o lo hacen de mala gana...y es cierto..ellas son las empleadas!

Anónimo dijo...

además es cierto que estamos en una cidad turística y estas cosas nos dejan mal para siempre.

Anónimo dijo...

y ni hablar si el negocio es medio cheto y se creen que vos sos una seca! Y la verdad es que a veces ellas son más secas que una.

Anónimo dijo...

No solo somos invisibles a estas empleadas, también lo somos en un café que para ser atendida es un calvario y para pagar te quedás con tortícolis de tanto buscarlos ...¡ y ni te cuento ! los momentos cuando un paroquiano piensa que lo estás mirando a el (sic)
¡ Tanta capacitación, tanta capacitación ! y es más simple que todo eso, e-d-u-c-a-c-i-ó-n primaria: con la de tu casa basta y sobra

Anónimo dijo...

Es verdad es muy común que las vendedoras hagan eso. También es muy común ver carteles en las vidrieras pidiendo vendedoras.Este verano, de vacaciones, fuimos con mi esposo y mis hijos a Galerias Pacífico en Capital Federal, íbamos vestidos limpios con alpargatas y nuestra ropa no era de la mejor calidad.Entramos tímidamente al local de Etiqueta Negra, la ropa que usa Tinelli...
Nadie se podía imaginar lo bien que nos trataron, cómo nos atendieron, cómo nos explicaron el proceso de confección, ventas. Y por la ropa que llevábamos puest... sabían qeu no ibamos a comprar.