sábado, 23 de mayo de 2009

¿Cómo era? La verdad no ofende...

Por qué cada vez que siento la frase “decime la verdad” surge un enjambre de dudas en mi cabeza. Es algo inevitable. Y es por eso de que la verdad no ofende. Siempre resulta lo contrario. Mi respuesta se asocia al sentido común. A lo que mi esencia dice. Y es ahí cuando me convierto en la mina intratable, la amiga envidiosa, la compradora mañosa, la paciente impaciente, la gata flora, la insoportable.
Y el enjambre que zumba y me dice: “mentí, mentí no seas ingenua, vas a terminar imaginariamente golpeada o apedreada o abucheada o lo que es peor serás tratada como la bruja mala del cuento. Pero no puedo hacerlo. Y quizás por eso alguien me rechaza o alguien me aprecia.
Me preguntaba hoy por qué algunas amigas pueden mantener relaciones con verdades que las ofenden, e intentan que parezca que no. Me propusieron participar de un encuentro de viejas conocidas y no quise.
Cuando me preguntaron por qué, pensé en dar decenas de excusas. Pero fue más fuerte que yo y dije: “porque me incomodan, porque son falsas, porque no les interesa cómo estoy sino cómo me veo”. En menos de un día el teléfono se había encargado de dejarme como la mala, la más mala de la historia. Y es por eso... por eso de que la verdad no ofende.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ESTO ME HACE ACORDAR A ESAS JUNTADAS DESPUES DE CIENTOS DE AÑOS DE EGRESADOS, NO TE VISTE EN 30 AÑOS Y DESPUES TODOS SE HACEN LOS SIMPATICOS Y NUNCA UN LLAMADO, JA,JA,JA