
Están las que escriben a mil por hora y a la vez, escuchan y hablan, mientras extienden la mano para atender el teléfono. Están las reservadas y celosas de sus palabras; esas que guardan bajo llave cientos de secretos. Y las que no.
Las hay sexys y modernas. O no tanto. Las que recuerdan cumpleaños, aniversarios, eventos y hasta se encargan de los regalos.
Algunas son rechazadas por las parejas de sus jefes/as. Otras ejercen una fascinación en maridos y esposas por su lealtad. Cientos de ellas, llevan y traen papeles, noticias, mensajes, cafés. Otras tantas, llevan y traen.
Quizás haya alguna que se asemeje a Lee Holloway, el personaje de la película de Steven Shainberg o a la interpretada por Renée Zellweger en Jerry Maguire
Están las que tienen que soportar a jefes intolerantes. Las que tienen que lidiar con babosos. Y las que se sienten a gusto.
Alguien decidió agasajarlas el 4 de septiembre. El por qué lo indican un par de versiones. El punto es que ellas, las secretarias, siempre están. Si así no fuera muchos/as terminarían acabados.
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