
La mujer había sacado el pollo de su envoltorio y lo había metido al horno. Así, como viene. ¡Nunca se percató de que en su interior estaba la bolsa plástica con los menudos!
La historia sirvió para algo:
1- Para demostrar que el amor no entra por el estómago.
2- Para que otras sepan que el pollo suele traer bolsitas con sus vísceras en su interior.
3- Y para que muchos amigos cabrones del marido se mataran de risa...(bueno, algunas de nosotras también nos reímos, un poquito, debo admitirlo)
2 comentarios:
Pobre, al menos lo intentó
jajajjaa, yo sé a quién le pasó esto y me acuerdo de cómo nos reíamos todas (por lo bajo, claro...)
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