lunes, 27 de abril de 2009

La cita, la vergüenza y el ginecólogo


Sus amigas la habían convencido de que tuviera una cita a ciegas. Le iban a presentar a un hombre buen mozo y profesional. Ella no estaba muy convencida y además ese iba a ser un día de mucho trabajo, idas y venidas y, encima, tenía turno para hacerse el papanicolaou.
Tanto le insistieron que aceptó. Organizó sus tareas lo mejor que pudo y partió para el consultorio ginecológico, con mucha tensión, ya que no le resultaba nada agradable realizarse ese estudio. Pero sabía que tenía que hacerlo. Era demasiado pudorosa y el sólo hecho de tener que estar en bata y esperando la práctica de su doctor le ponía los pelos de punta. Pero pasó. Ya era tiempo de irse a preparar para la salida.
Cuando llegó a su casa, llamó a su hermana y le comentó: "No sabés lo mal que me pongo cuando tengo que hacerme el papanicolaou. Me queda una sensación horrible. No puedo superar la vergüenza. Esas cosas que le pasan a una. ¿Viste?. Colgó, se dio una ducha. Y comenzó a arreglarse.
Había quedado en encontrarse con sus amigas y su cita a ciegas en un pub cercano. Ella llegó antes que el caballero misterioso. Diez minutos después, su ginecólogo estaba sentado a su lado, haciéndole las preguntas típicas de una primera cita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuanta historia diarimente.
Que bueno que haya vuelto del sur y además que se conozca el Blogg.
La de la cita a ciegas dá para hacer alguna broma pero, no aún....