
Algunas de sus amigas han llegado a sentir celos cuando escuchan a sus maridos decirles: “Y mirá Silvina, siempre se las arregla con todo. Está de punta en blanco y jamás se queja”.
Sin embargo, Silvina tiene un secreto. Y alguien lo sabe. Pero la admira tanto que jamás lo dejará salir a la luz. Cada día, encuentra una excusa para desaparecer durante media hora. Si está en el trabajo, inventa algún trámite. Si está en su casa, dice que olvidó comprar un condimento sin el cual no puede terminar la receta. Y si está sola igual busca una coartada, por las dudas.
Cada día Silvina se para en la puerta del edificio de vidrios espejados. Mira hacia ambos lados. Luego hacia atrás. Agacha la cabeza e ingresa.
Cuando nota que sus nervios están destrozándola, que las manos le sudan y que no le queda un centavo en la billetera, golpea la máquina tragamonedas con bronca, se cubre la cara con ambas manos y se jura no volver más.
2 comentarios:
Hola Gabriela es que la mujer perfecta no existe!!!
Me ha gustado mucho el relato,
Un beso y buen domingo
Muy bueno este relato. Felicitaciones.
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