viernes, 15 de enero de 2010

“Todo me pasa a mí”

Si por algo se caracteriza Sonia es por su nerviosismo. Ella afirma que nació nerviosa y seguirá así por el resto de su vida. Sin embargo, eso es algo que la atormenta. Convive con un malestar constante. Es tan consciente de ello que ha probado varias terapias, con distintos terapeutas. Ha pasado por el diván un par de veces, pero no consigue el alivio. Ha usado té de tilo, ansiolíticos y antidepresivos. Ha probado con yoga, pilates, relajación, respiración y natación. Las endorfinas se mueven, pero Sonia adolece, aunque ya ha superado los cuarenta años.
Se levanta nerviosa, come nerviosa, le cuesta dormirse y relacionarse.
-¿Qué es lo que te pasa Sonia? (pregunta una amiga)
-Todo. Todo me pasa a mí.
-¿Qué es todo. Puedo ayudarte?
-No, soy yo la única que puede hacerlo. Pero siempre fracaso.
-Tendrías que intentar relajarte.
-Ojalá pudiera.
-¿Pero te das cuenta de que necesitás algún cambio? ¿Qué pasó con la terapia?
-Me cansó. Tanto como me cansa la vida.
-¿Qué puede ser tan grave?
-Sospecho que vivir. Mejor dicho, sospecho que vivir sin disfrutar.
-¿A qué te referís?
-Es complicado…
-¿Qué tanto?
-Tanto como haber construido un mundo ideal. Como un cuento de hadas. Con castillos, príncipes y princesas.
-Entonces, ahí está todo el problema. Estás pensando como una niña dentro de su mundo mágico.
-Así es. Y estoy llena de ilusiones y fantasías.
-Sonia, es hora de crecer. Incluso sin descartar esas ilusiones y fantasías.
-Ese es el problema, me cuesta hacerlo. Soy como una niña en un cuerpo adulto. Y eso duele. Tanto, que siento que todo me pasa a mí.
-¿Y qué harás al respecto?
-No lo sé. Tal vez deba tomar mi varita mágica y transformar mi realidad.

No hay comentarios: