
Emma, una mujer excesivamente entusiasta, había logrado conmocionar su casa ante la llegada de su primo. Sabiendo que sólo tendría algunas horas para verlo, presentarle a sus hijos y ponerse al día con las historias familiares, se levantó temprano, entró a la cocina como un relámpago, dejando atrás el golpeteo de la puerta de vaivén, al grito de: “Cloide, Cloide, rápido. No hay demasiado tiempo”.
Cloide hubiera preferido recorrer
En la cocina la esperaban la carne de cerdo, las papas y su patrona, que antes de enviarla al mercado le había repetido un centenar de veces que no olvidara el ramito de quirquiña fresca, el locoto y el tomate para preparar la llahua. El primo Elger no podía irse sin probarla.
Antes de las doce la mesa estaba vestida. Los niños, husmeando por la ventana. Y Emma recibía a su invitado como si se tratase de alguien perteneciente a la realeza.
Cuando Cloide entró al comedor, para servir la comida, tenía puesto un uniforme azul oscuro con vistas blancas y había trenzado su pelo negro con una prolijidad meticulosa...
En ese momento, el rostro alemán de Elger parecía enrojecerse por el efecto de la salsa picante. Pero aún no la había probado. Emma buscó su mirada sin lograrlo; volteó tratando de encontrar la de su criada y al verla recordó las veces que le había dicho: “Algún día llegará tu caballero. Ni te preocupes por esperarlo. Sólo abrirás los ojos y allí estará”.
Elger trató de disimular su agitación mientras Cloide se escabullía por la puerta que parecía no parar de ir y venir. Ya en la cocina, se restregó las manos en el delantal; sintió que su sangre hervía tanto como el aceite donde había cocinado los plátanos y que la recorría ardiendo tal como solía hacerlo la llahua al atravesar su garganta. Nerviosa agarró la fuente que la llevaría nuevamente hacia su destino, pero en un segundo Emma se la arrancó de las manos. Cloide, se quejó…
-Deje patroncita yo la llevo.
-Ya no es necesario Cloide. Ya has abierto tus ojos… y allí está.
(Cloide dejó su Santa Cruz de la Sierra natal para mudarse a Hamburgo con Elger en 1984. Emma le sigue enviando los ingredientes para la Llahua)