jueves, 18 de marzo de 2010

La caja de la abuela

Tomó entre sus manos la vieja lata de galletas. No pudo imaginar cuántos años tendría. Menos aún cómo había llegado a su casa. Sí sabía que muchas veces la había visto a su abuela sostenerla. Llevarla de un lugar a otro. Abrirla. Cerrarla y luego esconderla.
La sacó del armario con desesperación, como esperando encontrar algún tesoro. Algún indicio. Alguna respuesta a quien sabe qué incógnita.
Sólo encontró, detrás del herrumbre, unos cuantos botones, hilos, tizas. Nada que la llevara a algún secreto o gran revelación. Durante años se había imaginado levantando la tapa y descubriendo cartas o fotos. Muchas. Llenas de palabras atestadas de sentimientos. Pero nada de lo que había tramado su mente aparecía. Sólo carreteles y agujas.
Sin sacar los ojos de la caja, espantó el polvo. Eligió las cosas que aún servían, tocando cada uno de los objetos olvidados durante décadas, como si aún buscara en ellos algo especial. Los observó detalladamente para luego traspasarlos a su moderno costurero de madera. Se tomó su tiempo para hacerlo, sin dejar de pensar en la larga falda de la canosa anciana meciéndose, mientras llevaba la lata de un lado a otro.
Cuando estaba a punto de guardar lo rescatado en su armario, sintió que sí había encontrado algo. Olores. Colores. Recuerdos. Y con ello, la imagen de su abuela en el pasado, mirándola por encima de los lentes; sonriéndole, cada vez que daba una puntada.

8 comentarios:

Katy dijo...

Hola Gabriela, siempre los olores, y colores traen el recuerdo de lo agradable y desagradable.Recuerdos
que duermen en el fondo de la memoria no importa el tiempo que yacen olvidados.
Me gustó.
Besos

fher dijo...

Cuanta nostalgia me has traído. Sobre todo cuando nombraste las tizas, mi abuela también las tenía, eran chatitas y de colores, no? Que lindo relato, me enterneció. Ideal para volar un poco lejos de esta maldita humedad mendocina.

Besos

Historias de Mujeres dijo...

Katy: gracias por tu comentario y por pasar por aquí como siempre.

Historias de Mujeres dijo...

Fher: es cierto eran chatitas y de colores, aunque también blancas. De acuerdo al color de la tela era la que usaban para marcar. Creo que todavía se usan. Pero no creo que sean tan comunes en las casas de familia como antes.
Saludos.

Anónimo dijo...

Hola Gabriela!! Bello texto. Hasta una caja vacía guarda recuerdos, olores, imagenes que el tiempo no borra. Me encantó amiga.
Besossssss

Pluma Roja dijo...

Precioso relato, no se porque nos llama tanto la atención el recuerdo de los abuelos. Quizás recordamos más a los abuelos que a los padres. Y lógico, los abuelos nos ven con ojos libres sin compromiso. Nuestro compromiso está con los hijos. No nietos ya tienen quien vele por ellos.

Saludos cordiales,

Hasta pronto un beso.

Gabriela Moreno dijo...

Tocaya: gracias por tus palabras y por estar siempre por acá.
Saludos enormes.

Gabriela Moreno dijo...

Pluma, tanto en tu blog como en tus comentarios siempre con palabras llenas de sentimientos.
Gracias por pasar.